jueves, 11 de diciembre de 2008

El rescate de un colibrí


Sin duda alguna, la monotonía se rompe con cosas inesperadas.
Hoy mientras nos dirigíamos al gimnasio Mureed y yo, notamos algo en el piso, en el camino hacia el lote que esta entre el edificio y los matorrales adyacentes, yacía inerte una bolita de plumas. Nos acercamos con cuidado para ver que podía ser lo que tan inusualmente estaba colocado ante nuestros ojos, ya de más cerca, pudimos ver que era un pajarito, y lo sorprendente no fue tanto el hecho de que un pajarito estuviera tirado en el suelo, porque más de una vez se ha visto que los pajaritos caigan de sus nidos, sino el tipo de pajarito que era: un colibrí.

Para empezar no todos los días se ven colibrís, y cuando se dejan ver, si, ellos deciden cuando quieren ser vistos, debido a lo rápido que se desplazan en el aire, no se les puede aproximar ni a un par de metros.

Cuando estábamos en cuclillas y a menos de medio metro de él, notamos que no podía moverse, parecía como si estuviera atolondrado. Así que mientras lo tomaba en mis manos hizo un esfuerzo vano por volar, aparentemente estaba muy débil. Cuestionando las posibles causas de por qué estaba tirado en medio del camino, concluí, que lo más probable era que se hubiera estrellado contra el edificio, porque las ventanas de este, como de muchos otros, parecen espejos, y se sabe que más de una vez algún pájaro se ha proyectado contra los ventanales de las construcciones altas.

No sabiendo que hacer, lo mejor era llevarlo arriba. Sabíamos que Raymond era muy bueno con los animales y en caso de que no supiera que hacer, quizá los demás sabrían. Entramos nuevamente al edificio, subimos en el elevador hasta el piso 15 y llegamos a donde aún estaba el resto del clan. Lo primero que les dije era que necesitábamos su ayuda, al ver que traía algo atrapado entre mis manos, pues estaba de cierta forma aprisionando al pobre colibrí, pero eso si, con mucho cuidado, Sarah salio corriendo, se sabe que por naturaleza la gente teme a lo desconocido, y como se comprobó, al grado de salir corriendo. Les informe de nuestro hallazgo e hice entrega del pequeño plumado a Raymond. Inmediatamente toda clase de teorías surgieron, aparentemente a la hora de opinar todos tenemos algo que decir. Primero, la cuestión de que el agua con azúcar les gusta a los colibrís, después, cuestionaron mi buen juicio de haberlo llevado a la oficina en lugar de haberlo dejado abajo, seguido de eso, que porque no lo conservábamos en una jaula para tenerlo en la oficina, y así siguieron surgiendo toda clase de comentarios y recomendaciones para el buen cuidado de un colibrí atolondrado por los avatares cotidianos, o más bien, según mi teoría, por una ventana que se atravesó en su camino.

Total que decidimos llevarlo abajo para ponerlo en un sitio seguro y quizá de esta manera se animaría a volar. Lo que si no he mencionado, es que nuestro nuevo amigo alado tenia su ojo izquierdo sumamente hinchado. Si los pájaros pudieran sostener peleas de box, se diría que este venia de una de ellas, porque se veía bastante mal.

Estuvimos un rato fuera del edificio viendo que hacer con el pobre pajarillo. Unos ya se querían ir a comer, otros querían aventarlo en el aire para que se viera obligado a volar, hubo inclusive un comentario de llevarlo a comer con nosotros, que a lo mejor le gustaba el pollo, joder.
Después de 10 o 15 minutos de no saber que hacer con él, notamos que se comenzaba a recuperar o más bien a desaturdir. A pesar de que se le veía muy cómodo en la mano de Raymond, quién comprobó que si es bueno con los animales, se determinó dejarlo en algún lugar con sombra para que descansara, Raymond se puso de rodillas para colocarlo en el suelo y en eso volvió a hacer un intento de volar, Raymond le dejó ir pero regresó a su rodilla, todos exclamaron victoriosos, cinco segundos después, otro intento, y otro, y otro más, y finalmente, voló.

Al principio volaba como si estuviera desorientado, pero conforme lo hacía mejoraba cada vez más. Hubo un sentimiento de alegría colectiva, unos porque finalmente podían ir a comer y para algunos de nosotros, por el simple hecho de poder ver volar de cerca a tan magnifica criatura.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Una buena obra, que sin duda alguna se te regresará!