viernes, 26 de diciembre de 2008

Cuando era Puertoriqueña


Esta autobiografía de Esmeralda Santiago, a mi modo de ver, tiene tantos pros como contras. Si alguna vez has visitado o vivido en Puerto Rico, o si has conocido algún Puertoriequeño o si simplemente sabes términos como cocotazo, guagua, presentao, palo de mangó, morivivi y otros más, entonces quizá te resulte agradable leerla. ¿Por qué? no es simplemente por las palabras y expresiones empleadas por la autora, sino porque si estos términos te son conocidos, quiere decir que sabes algo de la cultura Puertoriqueña y quizá puedas identificar un poco mejor con la niña de la novela.

Pros:
Narra algunas de sus vivencias y experiencias de cuando era niña y vivía en Macún, en Santurce, y en el Mangle; de la forma como veía al mundo en ese entonces rodeada de libertad, aire, arboles y tierra; de las muchas peleas entre sus padres que, junto con sus hermanos, tuvo que soportar en silencio; de como constantemente tuvo que mudarse de casa en casa, a veces sola, a veces con sus hermanos; de la diferencia abismal entre Puertoriqueños y Norteamericanos; en fin, de como de jíbara pasó a ser Neoyorquina.

También llega, en algunas ocasiones, a articular metáforas y plasmar sus sentir de una forma magistral y hay que darle crédito por eso.

Contras:
El libro fue inicialmente publicado en inglés y posteriormente la autora misma lo tradujo. Error. Quizá en el intento de darle un toque real de la manera como se expresan en Puerto Rico, cayo en el exceso de coloquialismos y localismos, inclusive, me atrevería a decir que hasta en displicencia, porque hay errores gramaticales bárbaros, y dudo que estas fallas justifiquen cualquier intento. Además, la autora misma lo dice, el español no es su primera lengua y esto lastima la traducción grandemente.


Balance Final

El libro es bueno y merece ser leido, pero difiero totalmente de los comentarios hechos en al contracubierta del libro de que es un clásico de la literatura hispana.

Honestamente me hubiera gustado que alguien como Elena Poniatowska lo hubiese traducido, hizo un muy buen trabajo en "La casa de Mango Street" de Sandra Cisneros.

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