jueves, 6 de agosto de 2009

La graduación

La ceremonia comenzaría en unos minutos más. Vestidos pulcramente con atavíos sobre el uniforme, gorro alineado, refulgentes zapatos de charol, barba bien afeitada, todos los soldados pacientemente aguardaban.

- ¿Dónde está mi papá?, pregunto mi sobrino.

Tenia casi dos años sin verlo, él apunto de cumplir cuatro y ya era capaz de platicar de sus juguetes y protestar cuando llegaba la hora del baño.

- Allí en la primera fila, es el segundo, le dije señalando a donde estaba mi hermano.

- Ahh... cargame, tengo sueño, musitó él al mismo tiempo que soltaba un pueril bostezo.

Lo tomé en mis brazos y lo coloqué de espaldas, él me rodeo el cuello con sus manitas y en ese mismo instante experimenté una de las sensaciones más extraordinarias de mi vida: el afecto de un niño.

No sabemos cuanto poder hay en un abrazo, que no se pide, sino simplemente se da.

No hay comentarios: