jueves, 5 de noviembre de 2009

Alberto

Alberto...

Pensaba en esa noche oscura que te engullía con su densidad; dejándome sólo tu recuerdo para alimentar mi ficción.

Alberto...

Imaginaba esos juegos pueriles donde tus labios rozaban mi mejilla al tiempo que me sonrojaba irremediablemente.

Alberto...

A fuerza de esperar por ti desarrolle la paciencia; cuántas veces no contemple tus ojos tratando de ver lo que encerraban ―para solo encontrarme con una negrura inexpugnable.

Alberto...

Acercaba mi oído a tu pecho para escuchar tus latidos, leves, casi imperceptibles; fue cuando comprendí lo pequeño que era tu corazón.

Alberto...

Te miraba al anochecer: apacible, tus ojos taciturnos; no sabía si flotabas en un sueño o morías un poco.

No hay comentarios: