martes, 28 de julio de 2009
México: Fiesta y Color
En estas ultimas semanas hice un par de viajes a México. Por lo tanto, relataré en una serie de publicaciones, algunas cosas de lo acaecido por aquella mi tierra.
Aquí comienzo.
Ver a los amigos siempre es grato, la verdadera amistad es intemporal, pasa un día, pasa un año, y todo sigue como antes. Borges dijo que la amistad no necesita frecuencia, estoy de acuerdo.
Los hechos
El primer fin de semana atendimos a la boda de dos queridos amigos que se celebraba en Montemorelos. Dado que volamos de noche, y trasbordamos en Guadalajara, al aeropuerto de Monterrey llegamos el viernes al rededor de las 9 a.m., a la ceremonia civil, unos cuantos minutos antes que comenzara. Por cierto, acudió más gente de lo que me hubiera imaginado, quizá sumarían unas cincuenta gentes entre invitados y colados (incluyéndome en estos últimos).
El día domingo se celebro la ceremonia religiosa; fue memorable. La novia hermosa, el novio impecable. Ver en la plataforma a las damas de compañía y chambelanes escoltando a la incipiente pareja siempre causa una honda impresión, especialmente cuando son personas queridas y cercanas a uno.
Una vez hubo acabado la ceremonia en la iglesia, se celebró en una quinta la recepción. Fue al aire libre (el clima fue nuestro aliado en esa ocasión), con música en vivo y con cinco veces más gente que en la ceremonia religiosa , suele pasar.
Se respiraba un grato ambiente de camaradería, saludamos a viejos amigos, a otros no tan viejos, en fin, sin llegar al paroxismo, la pasamos de lo mejor entre fotos, charlas y chistes.
Ahora estoy a la espera de la próxima boda, que será la excusa perfecta para volver a aquella, a la que llamo mi tierra.
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