miércoles, 9 de enero de 2013

Severiana


Descubrí a Ricardo Chávez Castañeda por casualidad, o no. Hace dos años, durante una visita a Guadalajara, mientras paseabamos por Tlaquepaque, nos topamos con una especie de feria de libros usados, bastante informal por cierto. Y más que feria era una especie de tianguis donde unos cuantos vendedores acarrearon libros y los colocaron sobre mesas esperando venderlos. De cualquier forma, yo se los agradezco porque ahí me hice de La guerra enana del jardín, un libro de cuentos que aunque han pasado casi dos años desde que lo leí, aún me queda la grata sensación de haberlo leído.

Severiana es, en teoría, una novela para jóvenes. Y digo en teoria porque al menos a mí me pareció tanto como para chicos como para grandes.

Pues bien, la novela cuenta la historia de una ciudad donde han comenzado a desaparecer los niños. La gente formula varias teorías acerca de lo que esta pasando al mismo tiempo que el miedo comienza a cundir entre la población. La situación llega a tal grado de que se instituyen tocas de queda y el cierre de escuelas. Pero mientras todo eso sucede en la ciudad, un grupo de amigos quienes perdieron a uno de sus compañeros, se dan cuenta que su amigo les dejó en un texto una pista acerca de lo que realmente está ocurriendo. Y aquí es justamente donde la fantasía comienza. El grupo de amigos es capaz de entrar al escrito de su amigo, de experimentarlo como una realidad alterna.  Después, se dan cuenta de que ellos mismos son capaces de crear sus propios mundos con palabras;  comprenden el poder de las palabras.  Los amigos logran crear un lugar utópico que les sirve de refugio y, cerca del final del libro, surge una protagonista inesperada que no solo es capaz de leer más que las palabras sino que cambia el rumbo las cosas.

Del final no dire nada excepto que es inesperado y bastante nostálgico. La verdad que valió la pena la lectura de la novela ya que pude confirmar que Chávez Castañeda se esta convirtiendo en otro de mis autores favoritos.

A leer más y mejor.

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