viernes, 6 de enero de 2012

En la esquina de la calle de San Blas

Tratando de ganar alguna salida corrí calle abajo solo para volver al mismo lugar donde antes estuve; parecía como si los edificios se reagruparan a cada paso que daba. Estaba parado justo en medio de la calle cuando de pronto, por alguna razón, me fue posible escuchar los pasos de los que antes anduvieron por aquí; en ese momento tuve la certeza de que, después de mí, otros por aquí andarán. Este hecho que refiero sucedió años atrás cuando, juntando todos mis ahorros, me di un viaje a Zaragoza; tuve, lo que ahora llamo mi experiencia fantástica, justo en la esquina de la calle de San Blas. Cuando pienso en lo extraordinario del suceso, aun tengo la sensación de estar atrapado en una especie de laberinto; y si pongo sumo cuidado, logro escuchar un ligero caminar multitudinario sobre el empedrado.

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